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Mostrando entradas de 2013

A ella (Impro 2)

Ella es mi secreto de felicidad, es mi norte cuando soy sur, es mi cielo cuando soy tierra, es mi luz cuando soy oscuridad. Y si soy feliz , es sólo por ella, y si vivo es porque aún late el corazón que es suyo, porque ella es dueña de mi alma y el sol de mis mañanas y la luna de mis tardes. Y que más quisiera si no el ser feliz, aunque la vida no nos quiera juntos, aunque lo que llaman destino nos muestre un muro fatal. Que la quiero, díganle, porque sin ella no tengo secretos, no tengo destino, no tengo lugar. Que la quiero, díganle, y nada más. (Yess)

Soledad (Impro 1)

La noches morenas me hablan de soledad y ella duerme sobre plácidas nubes que de amor llené un día. Sus caricias y sus palabras llegan a estas horas en que no soy más que un extraño, en que no soy más que un individuo , que aún no sabe de amor. Que muere por amor. Y en su mirada está grabada la mía, que no ha podido olvidarla aunque haya dejado de ser lo que fui. Y soy ahora un errante que busca un milagro en la vida, que busca una luna que, igual que yo, errante, venga a acompañarme en mi noche vacía. (NatS)

Sólo dos palabras.

Dame dos palabras y te daré un poema, dos palabras, sólo dos. Entonces pintaré en alguna pared algo de arte, algo de ti, de mí y de nadie. Dame dos palabras, inténtalo. Que soy un poeta mendigo, un hemicuerpo gitano que recoje del camino letras caídas, manchas de tinta, historias perdidas y  las frases se acumulan entre cada célula y se alimentan de tu fe y de tu ignorancia. Dame dos palabras, mientras la luz se apaga y déjame ser por una noche mendigo de palabras y nada más. (Si te animas, deja dos palabras)

Aires

Algún día lucharé por la patria y moriré sin disparar una sola bala. Entonces llevaré un polo blanco para que el emblema se marque en mi pecho antes de decir adiós. Algún día cruzaré los aires en algún avión jaspeado, conversaré con el viento, reíre con las nubes, pero moriré al fin y al cabo. Las hojas blancas seguirán flotando en círculos, seguirán su ruta imaginaria hasta doblar su punta, hasta aterrizar. Y llevarán el emblema... como mi pecho, pero no regresarán.

Rapunzel

La escuché cantando, la música venía de arriba, arriba, donde las aves le hacían coro. La escuché bailando, los tacos sonaban arriba  y no podía alcanzarla. Gothel me dio la clave, me dejó llegar hasta sus cabellos encendidos que me quemaban el corazón. Entonces yo cantaba... Entonces era feliz. Los cabellos interrumpían mis muestras de cariño, pero fueron estos mismos, los que me ayudaron a subir tan alto, tan alto, que volar no era más un sueño, o tal vez sí, pero para un forastero, un gitano como era yo, era muy real. No era príncipe, era sólo un mendigo de luz que subió un día tan alto y quedó ciego. He caminado errante años, he vivido de oscuridad, he vivido soñando. Tal vez si ella me viera, tal vez si llorara, entonces volvería a ver...  Pero, mi ceguera es mejor eterna antes que verla mojada de esa lluvia que en invierno congela sus ojos. Dije en sueños: «Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer, así puedo trepar la escalera dorada...

Lupa

Te asomas de puntitas a la ventana, tus ojos brillantes de niña esconden entre sus luces los tiempos y esos mismos ojitos me preguntan, me preguntan, y yo no sé responder. Eres una hadita vestida de azul, una dulce ardilla que se esconde del invierno y juega entre las hojas secas del amor. Y aunque oigo tu voz, no te encuentro, y aunque me desvivo en letras no puedo convencerte de volar. Mi lupa no puede llegar a ver tu corazón, que es tan chiquito como tú, y muy frágil, así como tú. Y mi corazón de tinta se desangra por verte sonreír. Me miras con esos ojitos brillantes, pero sé que están ausentes. No sé si brillan de tristeza o brillan porque sí. Y yo no sé que responder, no sé qué hacer para verte sonreír. Sonreírte tal vez, pero la hadita azul acaba de partir.