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Mostrando entradas de agosto, 2014

Ya regreso(Impro 6)

No te conozco, sí, así es como debo comenzar. Y puede que sea absurdo, ilógico, poco común, criticable, pero así soy, peregrino de sueños, caballero de poesías eternas y guardián de secretos. Ahora tú, que tienes ese amargo agradable que remueve mis versos para convertirlos en nada, ya te vas sin decir más, cuando yo regreso. Si me preguntases cuánto puede un hombre extrañar a una mujer, te diré que es tan medible como el pecado, grande o pequeño es el mismo mal, y extrañarte es tan igual, mi enfermedad; pues tú, casi dulzura, casi hiel, así, incógnita y oculta, has llenado mis madrugadas de letras, y mis versos de café. (X)

Te odio (Impro 5)

Te odio son palabras que elegiste entre el sinfín de otras posibilidades. Tus ojos raros, tus cabellos negros, tu sonrisa entre santa y perversa, todo eso que quieres aplacar con tres monedas, las mismas con las que pretendes comprar un sentimiento, como si el alma tuviese un precio más barato que el amor, como si el corazón no conociese lo que es poesía. Te odio, te odio, vuelves a repetir como si de eso dependiese el destino, como si las palabras tuvieran mayor efecto que los designios del corazón, ¿has observado el fondo de un alma? ¿has conocido algo llamado "amor"? Te odio, quizá esta vez lo digo yo, por repetición, por gusto insano, por probar cuál es el límite de las palabras. Me escuchas una vez más decir, esta vez algo diferente, pero no lo distingues... No lo harás. (mil)