Te odio
son palabras que elegiste
entre el sinfín de otras posibilidades.
Tus ojos raros, tus cabellos negros,
tu sonrisa entre santa y perversa,
todo eso que quieres aplacar con tres monedas,
las mismas con las que pretendes comprar un sentimiento,
como si el alma tuviese un precio
más barato que el amor,
como si el corazón no conociese
lo que es poesía.
Te odio, te odio,
vuelves a repetir
como si de eso dependiese el destino,
como si las palabras tuvieran mayor efecto que los designios del corazón,
¿has observado el fondo de un alma?
¿has conocido algo llamado "amor"?
Te odio,
quizá esta vez lo digo yo,
por repetición,
por gusto insano,
por probar cuál es el límite de las palabras.
Me escuchas una vez más decir, esta vez algo diferente,
pero no lo distingues...
No lo harás.
(mil)
son palabras que elegiste
entre el sinfín de otras posibilidades.
Tus ojos raros, tus cabellos negros,
tu sonrisa entre santa y perversa,
todo eso que quieres aplacar con tres monedas,
las mismas con las que pretendes comprar un sentimiento,
como si el alma tuviese un precio
más barato que el amor,
como si el corazón no conociese
lo que es poesía.
Te odio, te odio,
vuelves a repetir
como si de eso dependiese el destino,
como si las palabras tuvieran mayor efecto que los designios del corazón,
¿has observado el fondo de un alma?
¿has conocido algo llamado "amor"?
Te odio,
quizá esta vez lo digo yo,
por repetición,
por gusto insano,
por probar cuál es el límite de las palabras.
Me escuchas una vez más decir, esta vez algo diferente,
pero no lo distingues...
No lo harás.
(mil)
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