No te conozco,
sí,
así es como debo comenzar.
Y puede que sea absurdo,
ilógico,
poco común,
criticable,
pero así soy,
peregrino de sueños,
caballero de poesías eternas
y guardián de secretos.
Ahora tú,
que tienes ese amargo agradable
que remueve mis versos para convertirlos en nada,
ya te vas sin decir más,
cuando yo regreso.
Si me preguntases cuánto puede un hombre extrañar a una mujer,
te diré que es tan medible como el pecado,
grande o pequeño es el mismo mal,
y extrañarte es tan igual, mi enfermedad;
pues tú, casi dulzura, casi hiel,
así, incógnita y oculta,
has llenado mis madrugadas de letras,
y mis versos de café.
(X)
sí,
así es como debo comenzar.
Y puede que sea absurdo,
ilógico,
poco común,
criticable,
pero así soy,
peregrino de sueños,
caballero de poesías eternas
y guardián de secretos.
Ahora tú,
que tienes ese amargo agradable
que remueve mis versos para convertirlos en nada,
ya te vas sin decir más,
cuando yo regreso.
Si me preguntases cuánto puede un hombre extrañar a una mujer,
te diré que es tan medible como el pecado,
grande o pequeño es el mismo mal,
y extrañarte es tan igual, mi enfermedad;
pues tú, casi dulzura, casi hiel,
así, incógnita y oculta,
has llenado mis madrugadas de letras,
y mis versos de café.
(X)
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