Abre un poco el cielo
y esparce las estrellas a tu antojo
juguemos a que el mundo es nuestro
dentro de lo que queda de inocencia.
No me has dicho mucho,
tal vez, más has dicho en silencio;
lo siento, te he entendido
y la noche se marchita
y mi silencio se infecta de grillos
mientras que escribo un poco
o mucho
sin un sentido exacto,
sin la libertad precisa
y sin esa sonrisa
que antes, cuando sonreías
en aquellos días,
lograba abrir un poco el cielo
cuando tus puertas oscilaban
en esos días fríos
en que, yo creo, eran de primavera.
Ya se acaba la noche,
ya se acaba la mañana,
y hay entre cortos pasos, años luz
y hay entre el cielo y la tierra azul
violeta o verde...
la aurora nos observa de cerca
verde y violeta
ninguno de los dos despierta...
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